Es difícil volver a las publicaciones en el blog cuando se han interrumpido por mucho tiempo en mi caso más de tres meses. Además de haber tenido bastante trabajo son varias las razones por las que he dejado de publicar en la web estos meses. La situación política y económica de Venezuela, a pesar de estar alterada hace años, se ha intensificado los últimos meses. La inflación galopante nos hace estar día a día verificando el valor del bolívar con respecto al dólar y verificar que debemos adquirir y qué no para que nos rinda el presupuesto. La pandemia está en un continuo sube y baja en mortalidad e incidencia y en nuestro país se ha instituido una manera particular de controlar el flujo de la población fuera de sus casas. Se establece una semana de restricción radical de circulación de los habitantes y la semana siguiente se permite una mayor presencia de la gente en las calles para realizar sus diligencias rutinarias las llaman semana de radicalización y flexibilización respectivamente.
Los críticos dicen que aparentemente por esta reglamentación gubernamental el coronavirus descansa 7 días y se activa los 7 siguientes, cuando se trata de la manera de abordar el problema de la cuarentena. A pesar de las medidas la población común no respeta a cabalidad estos lineamientos y hasta me atrevería a decir que las medidas mínimas de protección como son uso de mascarillas, distanciamiento y limpieza permanente no se cumplen cabalmente. Por otro lado no coinciden las cifras de morbilidad y mortalidad por Covid 19 que publica el Estado y lo que vemos y oímos a diario.
La situación de la salud pública es preocupante aún más en el caso de la atención para los pacientes oncológicos, que se ha agravado con respecto a lo que ya he relatado en blogs anteriores. Esto ha provocado que pacientes que deberían atenderse en el medio público por carecer de recursos suficientes tengan que acudir a los centros de atención privada y con las medidas de atención por la pandemia se ha complicado el servicio a todos. La mortalidad de médicos y personal sanitario nos ha afectado, quizás no tanto por el número de fallecidos pero sí por el aprecio y calidad profesional de la mayoría de ellos. Resulta difícil aislarse de la problemática que vivimos en el día a día para concentrarnos a escribir para los blogs, algo que también es importante para mantenernos comunicados con las personas que nos consultan por la página web.
De cualquier manera, la situación general exige que trabajemos y prestemos nuestro servicio bajo un concepto de solidaridad con las personas de menores recursos que requieren de atención. No es posible voltear para no ver lo que se está viviendo y de alguna manera colaborar. Esto debería practicarse en todas las áreas de la economía, considerando el ejercicio privado una labor económica, ya que es la que mantiene a los médicos, pero no sucede de esa manera. Los alimentos y medicinas suben de precio de manera continua a niveles alarmantes que no se compaginan con los de la inflación y quienes trabajan en esas áreas parecen no querer aportar para la solución del asunto.
Mientras los pobres, más del 70% de la población escasamente alcanzan a comprar lo mínimo para alimentarse, la clase media hace lo que puede para abastecerse y no dispone de recursos suficientes para otras necesidades como son el vestido, los seguros médicos y de sus automóviles y prácticamente no tienen esparcimiento o diversión fuera de la televisión o las redes sociales. La escasez de gasolina restringe aún más la posibilidad de viajar dentro del país y se pierde muchísimo tiempo en las colas para abastecerse de combustible, tiempo necesario para otras cosas.
La clase media alta y los que tienen dinero de verdad, no quiero llamarles ricos, tienen a su disposición cantidad de bodegones que expenden alimentos, golosinas y accesorios de higiene importados a precios que a veces duplican a los que tienen en sus países de origen y no son accesibles al resto de la población. Mucho menos de un 10% de los venezolanos tiene acceso a un automóvil del año, de cualquier modelo. Las librerías en su mayoría han cerrado y las que aún atienden venden los libros a precios que la mayoría no puede comprar. Es así como la mayoría de los que aquí vivimos debemos ingeniarnos para sobrevivir decorosamente. Estoy dejando por fuera muchos otros problemas como los constantes cortes de electricidad, las carencias de gas para cocinar, transporte público (los taxis has desaparecido en la práctica) y seguridad. El día a día se ha transformado en un asunto de supervivencia para muchos que han perdido las nociones de respeto, consideración y otros valores solo para resolver su situación económica como sea posible.
En medio de este somero panorama que les he presentado, los médicos nos defendemos como podemos, prestando el mejor servicio posible: Cuando el paciente tiene medios económicos, dispone de centros actualizados con abastecimiento de lo necesario para su óptima atención. Los de menos recursos pueden ser atendidos en Clínicas más pequeñas o instituciones sin fines de lucro como la Sociedad Anticancerosa, Cruz Roja y otros. En los hospitales tratamos de prestar la mejor atención posible, muchas veces con la ayuda de los mismos pacientes y familiares que colaboran con materiales e insumos médicos para optimizar el servicio. La situación de pandemia nos ha hecho diferir la atención de muchos enfermos de acuerdo a su patología y prioridad como en todas partes del mundo. No es fácil pero de alguna manera debemos adaptarnos y sobre todo, funcionar de la mejor forma.
Me comprometo de ahora en adelante en regularizar mis publicaciones para darle continuidad a la página. Un saludo cordial de año nuevo y Reyes a los lectores.
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