En la actualidad pensamos que el cáncer es básicamente una enfermedad genética. Se produce una mutación, un cambio en una de las millones de secuencias que constituyen el ADN de una célula determinada en un tejido específico, que de sobrevivir origina un pequeño grupo de células mutadas iguales, que se van reproduciendo, originan focos microscópicos tumorales, millones de células cancerosas terminan conformando un tumor visible o palpable, para lo que debe ser de alrededor de 1 cm, el tumor continúa su crecimiento si no es detectado. Cuando las células tumorales invaden los vasos linfáticos, se propagan a los ganglios regionales y si es a los vasos sanguíneos producen siembras en órganos distantes, las más comunes son a los pulmones, hígado, huesos, cerebro. Todo esto se produce a partir de un cambo genético de una célula y en un tiempo generalmente de años dependiendo de la agresividad o velocidad de reproducción de las células malignas.
Desde hace más de un siglo se ha planteado que cambios en los cromosomas producen el cáncer pero es en los últimos 15 años desde que se ha logrado establecer el mapa genético total o secuencia del genoma humano, es que se han logrado los mayores avances en el estudio genético del cáncer: Se está teniendo en cuenta la secuencia genética para clasificación de algunos tumores, para producir medicamentos diseñados para tratar las alteraciones moleculares de los tumores, los tratamientos se pueden individualizar de acuerdo al tipo tumoral cuando se clasifica genéticamente, fragmentos de los genes tumorales, literalmente pedazos de ADN, pasan a la sangre convirtiéndose en marcadores biológicos identificables por pruebas de laboratorio que se pueden utilizar para el diagnóstico y seguimiento de los pacientes después de tratados. Todo esto hace pronosticar que los estudios genéticos conducirán a mejorar el diagnóstico y tratamiento del cáncer.
No es mi intención adentrarme en un área científica que desconozco, pues soy cirujano, pero no es difícil imaginar el progreso de la bioquímica y biología molecular al permitir identificar por reacciones de laboratorio la secuencia, estructura molecular del ADN de las células humanas y a partir de ese conocimiento compararla con el ADN de células tumorales, diferenciando e identificando las mutaciones que se producen en ellas y sobre todo las más importantes para el diagnóstico y tratamiento.
Las alteraciones genéticas cambian el comportamiento de las células cancerosas con relación a las normales en varios aspectos: Las células tumorales tienen capacidad de reproducirse de manera sostenida en el tiempo, escapando a los mecanismos de control que mantienen un número más o menos igual de células en los diferentes tejidos como son mecanismos que regulan la reproducción, crecimiento y muerte celular. Los tumores tienen la capacidad de estimular la generación de vasos sanguíneos que les provean de oxígeno y nutrientes para su desarrollo. En el cuerpo humano los vasos arteriales y venosos tienen una distribución signada desde el desarrollo del embrión al crecimiento y quedan así organizados.
El cuerpo está diseñado para producir nuevas arterias y venas en situaciones determinadas como la cicatrización, la fase reproductiva en la mujer, los ciclos menstruales. Pero en el caso de los tumores, son ellos mismos los que producen factores de estimulación de los vasos sanguíneos para su exclusivo desarrollo. De igual manera las células tumorales evaden los mecanismos inmunitarios de rechazo y destrucción naturales que tenemos para destruir células extrañas, bacterias, virus, tipos de glóbulos blancos o leucocitos. En su inicio los tumores se encuentran limitados en su crecimiento por los factores inmunológicos que destruyen normalmente las células malignas que pudiesen diseminarse. En personas con inmunidad comprometida por edad, enfermedades concomitantes u otros factores, el crecimiento tumoral es mayor y más rápido. Las células de los diferentes órganos permanecen juntas, conformando la estructura. No se desprenden o aparecen en otras áreas distintas a su ubicación normal, por mecanismos metabólicos y enzimáticos que las mantienen adheridas unas a otras, conformando una arquitectura individual. Las células tumorales, a pesar de originarse de los distintos órganos pierden en muchos casos esa propiedad de mantenerse unidas lo que genera dos propiedades del cáncer: la facultad de invadir áreas adyacentes al tumor y la de diseminarse, desprendiéndose cuando infiltran vasos linfáticos, arteriales o venosos e inclusive son capaces muchas veces de generar metástasis o siembras tumorales a distancia como se explicó. Cuando se produce una herida o trauma en el hígado, bazo, pulmón u otro órgano,
indudablemente es posible que ingresen algunas de sus células a la sangre por el traumatismo, pero mueren, no se implantan en otras regiones. Por último la reproducción o proliferación magnificada de las células cancerosas es producida también por una aceleración de su metabolismo en relación a de las células normales que permite no solo su reproducción y crecimiento sino el alargamiento de su vida celular. Todas estas diferencias de las células tumorales tienen que ver con los cambios genéticos que en ellas se producen y que han sido estudiados y comprobados científicamente.
Los avances en el diagnóstico y tratamiento del cáncer ser basan en gran parte en el estudio del genoma humano. Se han comprobado en definitiva las hipótesis de principios del siglo XX, el cáncer es una enfermedad genética.
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