Como quedamos en el blog anterior, el cáncer de cérvix en etapas muy iniciales puede tratarse quirúrgicamente. Generalmente cuando examinamos la paciente nos hacemos una idea de lo avanzado que puede estar un cáncer, si ya está diagnósticado. La visualización al colocar el espéculo aunada al tacto, la palpación ginecológica, nos permite evaluar si la lesión está localizada solo en el cuello, si es movibleo está fija a la vejiga, al recto o la pared pélvica. Luego una tomografía contrastada nos permitirá evaluar objetivamente los órganos pélvicos
Solo hasta estadios I pequeños, podemos realizar una histerectomía radical extirpar el útero y los tejidos ganglionares que le rodean con un fin curativo. Es una operación laboriosa y tiene sus riesgos, se pueden lastimar estructuras adyacentes al útero como las vejiga urinaria y los uréteres, conductos por los que pasa la orina de los riñones a la vejiga, o el recto. También se disecan los vasos sanguíneos pélvicos a los que rodean los ganglios linfáticos que se resecan lo que puede implicar sangramiento o hemorragia. En pacientes jóvenes, en las que se quiere evitar la menopausia precoz, la cirugía es más conveniente. En los casos de tumores
confinados al cérvix pero muy voluminosos, es preferible iniciar el tratamiento con radiaciones y quimioterapia para evaluar posteriormente la posibilidad de realizar la histerectomía ampliada pero menos radical ya que hay tratamientos previos adyuvantes.
La radioterapia en combinación con un poco de quimioterapia también es el tratamiento de elección en las pacientes mayores de 50 años, obesas o con riesgo aumentado por otros problemas de salud que puedan afectar la cirugía o el post operatorio. En estos casos de diagnóstico temprano siempre involucro a la paciente en la toma de la decisión terapéutica en definitiva es su salud la que está en juego. El tratamiento con radiaciones no está libre de complicaciones; se aplica a toda la pelvis, comprometiendo a todos los órganos dentro de ella es decir, útero, ovarios, vejiga urinaria, recto y otros. Es así como las pacientes durante y después del tratamiento radiante pueden presentar ardor al orinar, diarrea, dolor pélvico, que se tratan en el momento y por lo general son pasajeros. Es difícil proteger los ovarios de los efectos actínicos, radiantes, por lo que se produce la menopausia en las pacientes que aún ven su menstruación. Pacientes jóvenes
pueden operarse antes de la radioterapia para fijar los ovarios fuera del campo de tratamiento para evitar ese problema. Tanto la cirugía como las radiaciones en estadíos tempranos tienen un índice de curación parecido y también de tener complicaciones aún en las mejores manos, quiero decir, tratamientos ejecutados por
especialistas con experiencia. La cirugía radical no debe ser practicada más que por oncólogos o no va a ser completamente realizada o se producirán complicaciones más graves que se pueden evitar con la técnica quirúrgica apropiada y experiencia.
El tratamiento quirúrgico no tiene cabida en los estadíos más avanzados de cáncer cervical, cuando el tumor infiltra por fuera del cuello uterino. Eventualmente en pacientes jóvenes con poca extensión del tumor, una vez han recibido las radiaciones externas, se evalúan y se les puede hacer la histerectomía en casos muy seleccionados. La radioterapia se efectúa primero irradiando toda la pelvis por delante y por detrás, a veces también por los lados, lo que se
llama radioterapia externa. Imagínese que se va a hacer una radiografía todos los días permaneciendo unos minutos debajo del aparato o foco de radiaciones sin moverse. La paciente es marcada, de manera que el campo a tratar sea siempre el mismo, lo que se calcula y se dibuja al principio mediante una tomografía realizada con tal fin. Después de las radiaciones externas, se realiza braquiterapia, radioterapia interna, colocando una cánula o tubito hueco, con cargas radioactivas en su interior, en quirófano y bajo anestesia, como si se realizara un curetaje pero se trata es de colocar la cánula en el canal cervical, dejándola por tiempo determinado, dos o tres días dependiendo de la radiación que se necesite en cada caso. Es un poco
incómodo pero vale la pena ya que se emiten las radiaciones directamente en el centro del cuello afectado por el tumor. Muy efectivo. Se puede decir que más del 80% de las pacientes en estadios II y del 65% en estadios III pueden curarse con el tratamiento radiante y mejor aún si éste es potenciado con quimioterapia sincrónica en el período de radiaciones.
Es más grave la situación en los casos avanzados, estadíos IV en los que el tumor invade la vejiga urinaria o el recto (IV-A) o genera metástasis a distancia (IV-B). En los primeros de acuerdo a la invasión, pueden quedar comunicados la vejiga o recto con la vagina, por invasión del tumor y es difícil el tratamiento e incómodo para la paciente. Si la comunicación o fístula es con el recto, es preferible derivar las heces practicando una colostomía que podrá ser temporal de acuerdo a la respuesta de la paciente a la terapia. No tiene sentido discutir aquí cómo una paciente puede esperar a tener tan avanzado un tumor para consultar al médico, pero sucede, o no lo narraríamos en este blog. Temores personales, no querer crear problemas económicos a la familia, pena o problemas mentales se asocian a estas situaciones cuando al final siempre terminarán en la consulta y su tratamiento generará un gasto mayor y a veces con pronóstico de curación reservado.
Aunque rara vez se toca el problema de los casos avanzados de cáncer de cuello uterino en los medios de comunicación, me he permitido hacerlo en este blog, en mi página web, porque es ése el sentido de la información que quiero transmitir a veces dura, cruda, pero sincera y sin tapujos para que se comprenda el objetivo de explicar el problema del cáncer de cuello uterino. Si es una enfermedad de transmisión sexual en la mayoría de los casos, si es fácilmente prevenible, si lo que se requiere es un control ginecológico adecuado, no se justifica que estemos aun tratando tumores avanzados de este origen. La mujer debe dejar a un lado los temores, las reservas o incomodidades alrededor del examen ginecológico. No es un problema solo de las mujeres, es su familia, sus hijos a veces niños a quienes les va a hacer falta. Es cuestión de RESPONSABILIDAD.
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