Desde el punto de vista mental, la armonía dista mucho de sus definiciones aceptadas como “Bien concertada y grata variedad de sonidos, medidas y pausas que resulta en la prosa o en el verso por la feliz combinación de las sílabas, voces y cláusulas empleadas en él” por el diccionario español de la RAE; me interesa interpretar la armonía como estado de paz interior, equilibrio, concordia, ecuanimidad, sosiego y serenidad. Un estado de naturalidad, ausencia de conflicto, actitud equilibrada en el trato con uno mismo y con los demás que permite relaciones saludables y beneficiosas. Esto corresponde mejor con otras acepciones descritas en el mismo diccionario como “Proporción y correspondencia de unas cosas con otras en el conjunto que componen.” Y “Amistad y buena correspondencia entre personas”. Un estado de paz con nosotros mismos y con los demás.
Sería una desconexión de los problemas cotidianos, de los estados de ánimo negativos, la avidez de objetivos materiales, egocentrismo exagerado para entrar en tranquilidad mental y emocional.
Llamémoslo un trance en el que la persona se concentra en su respiración, los latidos del corazón, la percepción de los sonidos agradables a su alrededor dejando pasar los pensamientos habituales del quehacer diario; esto lo enseñan los yoguis, especialistas en meditación. Hoy día se practican mucho los métodos de “Mindfulness” o concentración en la actividad que se realiza en un momento dado sin prejuicios, sin atender a las actividades de otros en el entorno, atender solo eso. Diría un maestro que es dedicar las energías a desarrollar la esencia, dirigirlas a la conquista de la paz interior, sentirse en plenitud, darle un sentido especial a la vida, el enriquecimiento interior y la comprensión profunda.
De las maneras que lo he intentado, que me parece más, es el punto en que llegamos cuando hacemos ejercicio. Caminar, trotar, pesas, pilates, elásticas, tensión dinámica, calistenia, atletismo ejercicios con el propio peso corporal como TRX. Si ha hecho algo de eso sabe que la mejor manera de ejercitarse es concentrarse en lo que está haciendo y que para lograrlo sacamos de nuestra mente todos los pensamientos ajenos al ejercicio que estamos practicando y cuando llegan los pensamientos, los dejamos pasar, no nos quedamos en ellos, estamos en el ejercicio. Es uno de los principales beneficios de ejercitarse, el sacarnos de lo cotidiano, ganar concentración. Eso lo podemos aplicar en los momentos que nos dedicamos a la meditación.
Temprano o tarde en nuestras vidas reconocemos que lo importante no es lo que tenemos o somos, lo que pensamos de los demás o ellos de nosotros. Que nacemos para vivir un período indeterminado cada uno y que moriremos. Cuando apreciamos la muerte como algo natural de lo que es imposible escapar, la aceptamos como normal en nuestro tránsito por este mundo lograremos iniciarnos en el entrenamiento del pensamiento que nos permitirá disfrutar la belleza de la naturaleza, la música, la literatura, las artes y más aún el tomar nuestro día a día como algo bueno y enriquecedor.
Con esta larga introducción sobre la armonía solo quiero llevarle a reconocer la necesidad de lograr ése estado mental cuando se tiene cáncer y se conoce el estado de la enfermedad, las probabilidades de curación y supervivencia. Los exámenes que debe realizarse, los tratamientos que recibirá o recibe en fin, la aceptación equilibrada de su estado de salud, en este caso su cáncer y el hecho de que tiene que vivir con él hasta curarse o morir en el proceso. Es abrumadora la cantidad de cosas que pasarán por la mente de una persona diagnosticada con cáncer antes, durante y después de su tratamiento, pero se trata de realidades ineludibles, con las que tiene que vivir, además de todas las que le han acompañado en su vida cotidiana. Entonces, una vez dispuestas las cartas sobre la mesa es necesario tomarse el tiempo necesario para respirar profundamente (atrayendo el aire a sus pulmones con el abdomen) inspirando y espirando lentamente, dirigiendo su pensamiento hacia toda y cada una de sus partes, de los dedos del pie a sus cabellos uno por uno, si es posible con música suave y agradable de fondo, dirigiendo su atención única y exclusivamente a su cuerpo y sus sonidos internos. Respiración, latidos, temperatura, el tacto, aislándose en lo posible de lo demás. Resulta que es en esos momentos que percibimos lo maravilloso de nuestro cuerpo, de todas y cada una de las
células que conforman nuestros órganos, nuestras partes y reconocemos la vida. Hay que hacer a diario y son esos momentos de meditación a los que debemos dedicar diariamente el tiempo que queramos, será el tiempo mejor empleado, el más beneficioso.
La manera como Usted acepte su diagnóstico y lo que eso conlleva nos indicará la necesidad de que sea atendido por un psicólogo o psiquiatra que le ayude en ése proceso. No sé por qué, pero en nuestro medio, Venezuela y otros países de Latinoamérica los pacientes tienen una manera de relación con sus médicos tratantes (o nosotros con ustedes) que minimiza en mucho los que solicitan ayuda psíquica especializada. En definitiva el equilibrio mental es necesario para que las cosas salgan bien y me refiero a Usted como paciente y a todo el personal con el que se relaciona en la
evolución de su enfermedad. Es ineludible considerar la situación país en que vivimos en que la medicina pública no ofrece en muchos casos todas las alternativas de tratamiento que requieren determinados pacientes y la mayoría no dispone de los medios necesarios para pagarlos. Es en estos casos en los que la familia juega un papel importantísimo dando su apoyo material y psicológico para que ésa persona pueda llegar a un estado de armonía en la medida de lo posible.
Todos requerimos de armonía para aceptarnos y aceptar a los demás.
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