El recto es la porción final del colon o intestino grueso; generalmente tiene un largo de unos 14 cm. y se continúa con el canal anal, que mide unos 2 cm. A diferencia del resto del colon que tiene partes móviles dentro del abdomen, el recto de encuentra fijo en la cavidad pélvica por ligamentos a sus lados y su posición posterior con respecto a la vejiga urinaria, el útero y vagina en la mujer y la próstata en el hombre. Esta localización hace que los procedimientos quirúrgicos en el recto sean un poco diferentes y exigentes que en el resto del intestino grueso, más accesible. Por otro lado su poca movilidad permite tratarlo con radiaciones a diferencia de la mayoría del intestino ya que se puede predecir que el tratamiento será bien dirigido al órgano.
Con fines descriptivos y de tratamiento, se divide el recto en tres porciones. La inferior se extiende del canal anal a unos 4-5 cms más arriba, recto medio de 4 a 8 cms más arriba y el recto superior a partir de los 10 cm del canal anal. En la mayoría de los tumores que se presentan a más de 5 cm del margen anal es posible la cirugía o extirpación si está indicada. Los tumores ubicados más cerca del canal anal o más inferiores son de más difícil tratamiento: Hasta finales del siglo XX, en todos los tumores allí localizados, teníamos que resecar la parte final del recto y el ano, quedando los pacientes con una colostomía permanente (Exteriorizando el intestino por la pared abdominal que conlleva al uso de bolsas especiales para la recolección de las heces), operación llamada RESECCIÓN ABDOMINO PERINEAL, ya que tenía que abordarse por vía abdominal y por el ano (área llamada periné en medicina). Hoy en día ese procedimiento queda reservado solo en los casos avanzados es decir, tumores grandes o que penetran en profundidad toda la pared intestinal llegando a los vasos linfáticos o sanguíneos periféricos a esa parte del recto.
Los estudios endoscópicos (rectoscopia y colonoscopia) permiten tener una idea de lo avanzado de las lesiones. Los ultrasonidos endoscópicos (ecoendoscopia), realizados dentro del recto, permiten determinar el grosor del tumor, grado de penetración en la pared y descartar la presencia de metástasis en los ganglios que rodean al recto; igualmente esto es posible con la Resonancia Magnética Nuclear. El ultrasonido depende mucho del operador, por lo que se requiere de experiencia para obtener los mejores resultados. La Resonancia depende de la calidad de resolución del equipo pero ambos estudios deben proveer a los médicos tratantes de imágenes fotográficas que permitan evaluar objetivamente lo reportado por los especialistas en imágenes, deben compartirse las imágenes.
Las lesiones malignas pequeñas, ubicadas no más de 8 cm del margen anal y no profundas, pueden ser tratadas con cirugía local y si se les encuentra invasión mayor en la biopsia, se puede complementar su tratamiento con quimioterapia y radiaciones. Las lesiones de mayor tamaño situadas a más de 5 cm del margen anal pueden ser extirpadas quirúrgicamente con procedimientos mayores que implican la resección del segmento de intestino afectado con márgenes de resección libres de tumor y anastomosando el intestino (empatándolo) en el mismo procedimiento. Existen engrapadoras especialmente diseñadas que nos permiten realizar estas anastomosis de manera segura y más rápida que “a mano”. Cuando encontramos tumores del recto medio o superior que se extienden hacia el recto bajo, menos de 5 cm del margen anal, probablemente tendremos que realizar también una resección extensa con colostomía. En los tumores grandes del recto se ha comprobado el beneficio de tratarlos con radiaciones y quimioterapia sincrónicos (al mismo tiempo) antes de operarlos. Disminuyen notablemente de tamaño y se trata enfermedad pélvica si se han diseminado localmente, lo que ha mejorado comprobadamente su pronóstico.
Cada vez menos veces, afortunadamente, debemos dejar una colostomía “de protección”, cuando se complica la intervención, se contamina mucho por presencia de heces en el colon, o trabajamos en pacientes anémicos, desnutridos o con otras patologías debilitantes en los que puede existir el riesgo de que se produzca fuga de las suturas por mala cicatrización. Esas colostomías son por poco tiempo y se procede luego a su cierre o restablecimiento del tránsito intestinal alrededor de los tres meses de la primera intervención, o cuando el paciente finaliza loa tratamientos adyuvantes, quimioterapia o radiaciones si estos se han indicado.
Reitero en este artículo la importancia de prevenir estos tumores a partir de los 40 años, cuando generalmente comienza su aparición, con la realización de la colonoscopia en los pacientes sanos y, de ser negativo el estudio, repetirlo cada 3-4 años. La pesquisa es la única manera de diagnosticar el cáncer en fases iniciales y poderle CURAR definitivamente.