El 20 de octubre del año pasado celebré 40 años de graduado como médico en la Universidad de Los Andes (ULA) en la ciudad de Mérida de nuestro país, con mis compañeros, en actos universitarios y privados en dicha ciudad.
Cuando nos graduamos como médicos generales en realidad tenemos una visión muy amplia de la medicina. En Venezuela teníamos para aquel momento que elegir entre trabajar como médicos rurales un año o realizar un internado rotatorio en un Hospital General por las especialidades mayores: Medicina Interna, Ginecología, Pediatría y Cirugía, antes de decidir si comenzar a trabajar o especializarse en alguna rama de la medicina. En mi caso, teniendo siempre inclinación hacia la cirugía, elegí hacer internado en el Hospital militar “Dr. Carlos Arvelo” en Caracas, que me permitía realizar un internado dirigido hacia la cirugía: Cirugía General, Cirugía Torácica, Urología, Cuidados intensivos, Cirugía Cardiovascular, y 6 meses de Medicina Rural que cumplí en dos regiones fascinantes de Venezuela la Gran Sabana 3 meses, y Puerto Páez, estado Apure, 3 meses más. Fueron dos años intensos.
LAGUNA DE MUCUBAJÍ EN MÉRIDA
Después realicé el post grado en Cirugía General en el mismo Hospital y al final me sentí incompleto, como que debía especializarme más en un área de la cirugía y me decidí por la Oncología, influenciado por un cirujano oncólogo del hospital a quien le debo muchísimo no solo en la parte práctica de la cirugía sino en la ética y moral del ejercicio de la misma, el Dr. Mario Trivella Rousseat Formado en el Roswell Park Medical Center en Estados Unidos.
Después de 14 años de entrenamiento en el arte de la medicina ustedes pensarán ya debería estar totalmente formado y preparado para el ejercicio de mi especialidad y en parte es verdad. Pero es el trabajo en el hospital como especialista y el ejercicio privado los que con el tiempo moldean al médico como lo que de verdad va a ser. Es el día a día, los cursos de especialización en determinados temas o habilidades, los congresos, los casos que se van presentando y el cómo se resuelven o no, lo que vemos de la experiencia personal y ajena los que nos lleva a obtener la capacidad de solucionar los casos, tratar exitosamente el cáncer curable y ofrecer la mejor alternativa y calidad de vida al que no lo es.
La creencia general es que el médico tiene una profesión que además de ser importante lo va a hacer rico, superior en muchos sentidos a las demás profesiones. Aquí llegamos a un punto en el que lo importante es definir qué es lo que el médico quiere de su profesión: Dinero, satisfacción profesional de ser útil a la sociedad, a sus semejantes, ambas cosas quizás… En países “desarrollados”, de orientación capitalista, donde el Estado presta un servicio de medicina pública eficiente, seguridad social, pensiones dignas para los ciudadanos, los médicos se pueden permitir el ejercicio privado en el que estipulen los honorarios que consideren “justos” para su estatus social: Vivienda, automóvil, colegio y universidades de alto nivel para sus hijos y demás opciones a las que tienen derecho en dichas sociedades. En Latinoamérica aunque existe esa opción, hay un déficit importante en la prestación de servicios médicos en los hospitales públicos y la mayor parte de la población no tiene el poder adquisitivo que muchas veces es necesario pagar para obtener atención médica adecuada y especializada a nivel privado. Esto se ha agravado últimamente en Venezuela y pienso que los médicos que aquí estamos debemos adecuarnos a la situación país.
Con mi esposa y nietos en la Laguna de Mucubají
Gracias a Dios me he mantenido ejerciendo mi especialidad en tiempo parcial, en un hospital general público en el que puedo prestar mis servicios como cirujano oncólogo a los pacientes menos pudientes. También trabajo de manera privada en clínicas, obteniendo un mejor beneficio económico. El ejercicio de la medicina privada se ha hecho difícil en nuestro país sobre todo porque la accesibilidad a los medicamentos e insumos requeridos en los procedimientos quirúrgicos se han encarecido muchísimo y las personas que acuden a las clínicas privadas tienen que contar con posibilidades económicas para costear el servicio médico en dichos centros médicos. En líneas generales, en la mayoría de las clínicas se puede ofrecer una atención médica de primera, acorde a los cánones internacionales a un costo inclusive inferior al de la mayoría de los otros países al cambio monetario, lo que hace que pacientes de países vecinos vengan a recibir atención médica por resultarles más económica o que familiares de venezolanos que viven en el exterior ayuden a los que viven aquí en sus gastos clínicos. Esto siempre ha sido así, pero en la situación actual, el acceso a la medicina privada es cada vez más difícil para la mayoría. En este punto no es mi intención discutir la situación económica en Venezuela y mucho menos de política; pero la realidad es que la atención en centros médicos privados es muy superior a la que se presta a los pacientes en los hospitales públicos.
A mis 63 años y 40 años de graduado he decidido quedarme en mi país, donde creo que soy necesario y puedo prestar atención a mis pacientes en la medida de sus posibilidades y de acuerdo a la situación que vivimos en la actualidad, que seguro estoy que mejorará sustancialmente a corto plazo.