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Foto del escritorRamón Rodríguez Morales

CÁNCER DE LOS OVARIOS (II)


Si leyó la primera parte, comprenderá por qué decimos que es un tumor muy agresivo. Como también expliqué, los tumores malignos más frecuentes son los epiteliales y se presentan como quistes o tumores sólidos. Considero muy importante el tema por el desafío que implica el diagnóstico temprano de estas lesiones. Aunque menos frecuentes que el cáncer de cuello uterino en las mujeres activas sexualmente o que el de endometrio (interior del útero) en las menopáusicas su mortalidad es mayor por encontrarse casi siempre avanzados para el momento de la primera consulta. En las niñas y adolescentes se presentan más tumores de otro tipo, no epiteliales, de mejor pronóstico.

A veces por su rápido crecimiento re rompe espontáneamente provocando dolor abdominal agudo esto es más frecuente en los quistes simples y benignos. Puede suceder también que se tuerza el ovario, que como ya explicamos se encuentra sujeto por ligamentos muy laxos y por el peso del quiste se tuerce afectando su irrigación. Esto es más común en las pacientes jóvenes. En ambos casos se requiere casi siempre una intervención de emergencia en la que debe evaluarse muy bien el ovario afectado y, si se piensa que se trata de un quiste benigno, extirparlo con mucho cuidado para no romperlo y conservar el resto del ovario, tratándose de mujeres jóvenes que muchas veces no han concebido. Si no se observa tejido ovárico viable, se extirpa completamente. Lo ideal es que el quiste sea examinado en el momento de la operación por un patólogo, para descartar malignidad. Esto no es posible siempre ya que depende de la disponibilidad del especialista y las emergencias se presentan en horas impredecibles. A veces nos traiciona la experiencia y confiamos que se trata de una lesión benigna y posteriormente se nos informa lo contrario y se hace necesario reintervenir a la paciente para clasificar, estadiar, la enfermedad.

Debemos escribir acerca de los marcadores biológicos o tumorales para cáncer de ovario. En los tumores epiteliales, a los que nos referimos, se puede elevar el marcador CA 125. El CA 125 es una proteína que producen en su mayor parte las células mesoteliales, epiteliales de la membrana peritoneal, pero también de la pleura, pericardio y otros órganos como trompas de Falopio, páncreas y otros. De allí que es un marcador INESPECÍFICO y por lo tanto NO TIENE VALOR DIAGNÓSTICO a menos que se encuentre muy elevado en una paciente que estudiamos por un tumor sospechoso de ovario. El CA 125 aumenta leve a moderadamente en la menstruación, peritonitis, enfermedades inflamatorias ginecológicas, endometriosis, colitis, diverticulitis, pancreatitis, por lo que no se debe decidir una intervención quirúrgica por un CA 125 “elevado”. Para tumores de otro tipo como lo que hablábamos se presentan en las pacientes juveniles, existen también marcadores biológicos como la Gonadotropina Coriónica Humana (GCH), y otros que no vamos a discutir ahora.

Nunca está demás recalcar a las mujeres la importancia de hacerse revisar con ultrasonido pélvico desde la primera menstruación al menos cada dos años y luego anualmente como complemento a su citología vaginal, por vía pélvica o trans vaginal. Es la única manera de diagnosticar temprano los tumores de los ovarios. La más de las veces se tratará de quistes benignos pero, se podrán descubrir los malignos a tiempo; es la pesquisa, prevención.

Estos tumores se diseminan en la superficie peritoneal como nódulos de diferentes tamaños que se adhieren a la superficie de los órganos pudiendo llegar a infiltrarles en los casos avanza

dos. Cuando se produce ascitis (líquido peritoneal anormal) esta puede contener células tumorales y facilitar la diseminación. La misión del cirujano es resecar todos los nódulos mayores de un centímetro y si infiltran algún órgano, resecar la porción afectada del mismo para evitar crezca de nuevo el tumor. Siempre se toma muestra del líquido peritoneal para verificar sus células. Lo ideal es operar los casos menos avanzados y, cuando no hay enfermedad visible, tomamos biopsias programadas en distintas superficies de toda la pelvis y el abdomen para comprobar microscópicamente que no haya enfermedad. Pero la realidad es otra: Continuamos viendo muchas pacientes enfermedad diseminada.

Está comprobado que la efectividad de la quimioterapia es mejor cuanto menos enfermedad quede o, en los casos de enfermedad muy extensa, los nódulos sean menores a un centímetro. En definitiva, la posibilidad de curación en una paciente con cáncer de ovario depende fundamentalmente de que diagnostiquemos los tumores en estadios tempranos y de la agresividad del cirujano que interviene el caso inicialmente para extirpar todas las lesiones o dejar la mínima enfermedad posible

Por lo difícil de su pesquisa, si las mujeres no asisten periódicamente a la consulta y se realizan exámenes físicos completos con tacto vaginal y rectal y ultrasonidos ginecológicos, es menos probable encontrar tumores pequeños en los ovarios, curables.


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