Como expliqué en el blog anterior, los ovarios se encuentran en la cavidad pelviana y son difíciles de palpar a menos que hayan aumentado su tamaño normal. Así que los cambios en tamaño y forma de los mismos solo pueden evaluarse a través de métodos de imágenes como el ultrasonido (US), tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética nuclear (RMN). Siendo el ultrasonido el método más económico y práctico, ya que se realiza a nivel de la consulta médica la mayoría de las veces. Si con el US se sospecha malignidad es necesario realizar TC o RMN para completar la evaluación anatómica y morfológica de la lesión y su extensión.
El cáncer de los ovarios es muy agresivo por su crecimiento local infiltrando órganos vecinos, y su tendencia a diseminarse por la superficie de los órganos pélvicos y abdominales, aunque menos frecuentemente también se disemina por vía sanguínea a órganos distantes como el hígado o los pulmones. La mayoría de los tumores malignos del ovario provienen de las células epiteliales, superficiales del ovario y se denominan CISTADENOCARCINOMAS (por su forma quística) SEROSOS y MUCINOSOS (por su contenido) los últimos mucho menos comunes. Estos representan alrededor del 90 % de los cánceres que diagnosticamos por lo general en las mujeres adultas y post menopáusicas. Sin embargo existen muchos otros tipos de tumores malignos en los ovarios, ya que están conformados por células de muy diferentes tipos y origen en su interior siendo órganos histológicamente (celularmente) muy complejos.
Todos las vísceras y paredes abdominales y pélvicos están recubiertos por una muy fina membrana, transparente, llamada peritoneo y es en esa superficie donde se disemina con más frecuencia el cáncer de ovario. El peritoneo separa los órganos y la movilidad de los mismos se asegura por una pequeña cantidad de líquido peritoneal alrededor de todos los órganos y que circula por todo el abdomen y el tórax. Se deriva de la linfa, liquido seroso que se encuentra alrededor de los vasos sanguíneos, arterias y venas, en todo el cuerpo humano. Las células tumorales se diseminan por esa superficie peritoneal y cuando se reproducen en demasía, son capaces de bloquear la circulación del líquido peritoneal que se va acumulando en el abdomen y se produce la ASCITIS, esta puede llegar a ser de varios litros y la paciente siente aumento de volumen abdominal simulando a veces un embarazo. Cuando se produce ascitis por un cáncer de ovario se trata generalmente de un tumor avanzado y es un motivo frecuente de consulta, lamentablemente . Se trata de un tumor de crecimiento lento, inadvertido al inicio.
Por su ubicación y por la facilidad con que se diseminan si se rompen, es casi imposible tomar una biopsia de manera ambulatoria para determinar la malignidad de la lesión, por lo que deben ser intervenidos quirúrgicamente. Claro que la cirugía solo está justificada cuando por ultrasonido y a través de la TC o RMN el tumor es francamente sospechoso de malignidad o mayor de 10 centímetros. El procedimiento se denomina LAPAROTOMÍA CLASIFICADORA POR TUMOR DE OVARIO y consiste en una revisión de la cavidad pélvica y abdominal en la que lo primero es extirpar con mucho cuidado el ovario afectado y enviarlo al momento al patólogo que debe estar preparado para revisarlo histológicamente y determinar si se trata de un tumor maligno. Si es así y la paciente ha completado su familia (ha tenido los hijos deseados o se ha esterilizado), se debe realizar la histerectomía y extirpar el ovario del otro lado. Además se deben tomar muestras para biopsia de diferentes tejidos en toda la cavidad pelvica y abdominal para verificar de manera patológica (microscópica) si el tumor se ha diseminado a esos sitios. Por eso el procedimiento es clasificador. También se conoce como PROTOCOLO DE OVARIO. Si el tumor infiltra órganos vecinos como intestino delgado, recto o vejiga urinaria, debe extirparse la porción afectada de esos órganos. Por lo general, a través de las radiografías se puede determinar si esto será necesario.
El tumor de ovario que aparece en las fotos, midió 25 x 20 x 18 cms, pesó 3 Kgs y resultó un cistoadenoma seroso BENIGNO.
En los tumores confinados solamente al ovario afectado y que no se observe extensión a otras áreas del abdomen y pelvis, es posible conservar el útero y el ovario del otro lado, en pacientes jóvenes que no han tenido hijos o desean otro, siempre que así lo decidan. En estas pacientes son más comunes tumores de otro origen como los llamados de células germinales y de los cordones del estroma sexual, más localizados en su distribución y susceptibles de resección. En estos casos cuando son pequeños y exclusivos de un ovario no requieren de otro tratamiento después de haber sido extirpados. De allí la importancia de informar adecuadamente a la paciente y sus padres si es menor de edad, para involucrarlos en la decisión quirúrgica; conservar la fertilidad si es posible.
La quimioterapia juega un importantísimo papel en el tratamiento del cáncer de los ovarios una vez que se ha realizado la cirugía y comprobado la extensión de la enfermedad fuera del órgano, existiendo esquemas modernos que han mejorado el porcentaje de curación en estos casos, aunque siempre es un desafío el tratamiento de los tumores avanzados. Raramente se indica quimioterapia antes de la cirugía en el cáncer de ovario a menos que se trate de tumores que infiltren mucho a los órganos vecinos y se haga imposible su resección quirúrgica de primera intención. El tratamiento con drogas, cuando hay respuesta favorable, puede hacer operables algunos de esos casos posteriormente.
Como podrá Usted imaginar, el control post tratamiento de las pacientes es muy estricto y las pacientes deben responsabilizarse, concientizarse, de la importancia que tiene el asistir a las consultas y realizarse todos los exámenes que su médico requiera para comprobar la respuesta adecuada al tratamiento.
Su opinión es muy importante. Escríbame para aclarar cualquier aspecto de este tema.