Desde mediados de los años 80 se utiliza el ultrasonido en medicina y con los años el método ha mejorado muchísimo técnicamente en los equipos que se utilizan para realizarlo y en las posibilidades para determinar tumores en diferentes órganos.
Funciona como los eco radares de barcos y submarinos, en los que el equipo emite una onda sonora que rebota en los objetos que tiene por arriba o debajo. La onda de sonido rebota en los más sólidos y los menos densos puede traspasar o ser menor el rebote menor por lo que la onda que llega de nuevo al equipo cambia de acuerdo a la solidez del objetivo y hay accesorios (transductores), que producen una imagen visible de ese proceso llamado muchas veces “ecosonograma”. De allí que con el ultrasonido se puede percibir a través de los tejidos su densidad determinando si tienen o no alguna porción sólida o líquida anormal.
Este método diagnóstico es sumamente útil en los órganos sólidos, especialmente la glándula tiroides, las mamas, el hígado, el bazo, el páncreas y los tejidos blandos como los músculos, donde se pueden detectar lesiones sólidas o quísticas e inclusive, guiados por el ultrasonido, tomarles muestras para citologías con agujas finas o biopsias con agujas más gruesas lo que puede darle una idea de la versatilidad del método. De esta manera el cirujano, en el caso de que la cirugía esté indicada, puede saber si se trata de una lesión benigna o maligna y planificar su intervención con anticipación.
El ultrasonido es una herramienta indispensable para el cirujano oncólogo que le permite hacer diagnósticos tempranos y una verdadera pesquisa de tumores con resultados casi inmediatos. Es complemento obligado de la mamografía para el correcto examen por imágenes de la glándula mamaria y siempre debe hacerse después de la radiografía examinando minuciosamente cualquier anormalidad que se diagnostique en la misma, ya que siendo un estudio inofensivo, podemos usar el tiempo que sea necesario para el estudio de las lesiones.